Domingo 3 de Marzo de 2013, mientras
corría como parte de la preparación para la Maratón de Santiago del mes de Abril, sentí un
pequeño pinchazo a la altura del tobillo derecho. Al cabo de unos kilómetros
comenzó un dolor muy poco alentador que hizo que me detuviera y me tuviera que
volver caminando a casa por un tramo de 5 Kilómetros.
El diagnóstico fue fractura de
fíbula (peroné) por sobrecarga, cuando quedaba un mes para la carrera.
La recuperación de una lesión de
este tipo es lenta y molesta porque, además de requerir al menos entre 6 a 8
semanas de descanso para que el hueso vuelva a regenerarse, en los que
obviamente no se pueden practicar deportes de impacto, se siente un dolor
permanente al caminar. A diferencia de las fracturas de tibia que sólo duelen cuando se presiona el tramo fracturado
o cuando se corre.
Según los entendidos, una de las mejores maneras de sobrellevar la recuperación de una lesión es poniéndose metas, ambiciosas pero realizables, y es por eso que, en un acto de extrema confianza y como una forma de automotivarme para una pronta recuperación, me inscribí para la Maratón de Rio de Janeiro que se correría en 5 meses más, en Julio.
Dado lo anterior, por los siguientes
dos meses tuve sólo entrenamiento de bicicleta estática y a comienzos de Junio
comencé con los trotes suaves. Tal y como sucedió en otras ocasiones, la preparación para la
maratón sería prácticamente nula, por lo que mi único objetivo sería
terminarla, y sobretodo disfrutarla.
Ya establecidos con dos días de
anticipación en Rio, llegó el ansiado día de la carrera. 05:15AM y ya estaba
tomando uno de los buses que llevaría a los corredores al punto de partida, en
el sector de Praia Da Macumba.
07:00 AM en punto, en un día en el
que el sol ya estaba instalado sin una sola nube, se da la largada a la carrera,
con cerca de 20.000 atletas ilusionados por hacerse parte de la historia.
Recorrido espectacular, que en su
mayor parte va por la costa, a orillas del mar, pasando por las principales
playas de Rio: Recreio Dos Bandeirantes,
Barra da Tijuca, Sao Conrado, Leblon, Ipanema, Copacabana y Botafogo,
para terminar en la playa de Flamenco.
Como era un día muy soleado había
mucha gente en las playas, pero en su mundo aparte. Mientras los corredores
pasábamos por la calle, cada uno a su ritmo, inmersos en sus propios
pensamientos y estrategia, algunos de ellos salían a alentar y dar ánimo, pero la gran mayoría seguía disfrutando de
las actividades de la playa. Mundos paralelos en una ciudad espectacular en la que
sólo se pasa bien.
El calor era cada vez más molesto y
la última parte, cuando ya entramos en Ipanema a la altura del Km. 30 y el sol
pegaba fuerte en nuestras cabezas, se me hizo bastante dura.
Sin embargo la estrategia funcionó
de maravilla. Mantuve un ritmo constante de 5'56''/Km y la lesión no provocó
ningún problema, seguramente ayudado por el analgésico "a la vena"
que tomé algunos minutos antes de comenzar.
Ya en la última parte, saliendo de
Botafogo rumbo a la meta en Flamenco en el Km. 39, las botellas de agua sólo se
utilizaban para vaciarse sobre la cabeza y refrescarse. El cuerpo ya no quería
ingerir más líquido. Sólo quería que la carrera terminara.
Ultimos metros, la meta estaba a la
vista y apuré un poco el paso junto con mejorar la postura y enderezar la
espalda... todo "para la foto".
Al cruzar la meta, la alegría indescriptible
que sólo se siente en estas ocasiones, que pocas personas pueden entender, y
que se va a mantener por los próximos días, antes de lo cual ya estaba pensando
en la preparación para la siguiente carrera: La Maratón de Nueva York.
En resumen, carrera disfrutada al
máximo en un ambiente espectacular.
Si o Si la tengo que repetir alguna
vez.
Tiempo: 4 horas, 12 minutos, 13 segundos
Zapatillas: Adidas Response Cushion 21
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